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A menudo recibimos consultas tan básicas cómo explicar que es una etiqueta NFC y cómo funciona. Si bien todos ya estamos familiarizados con la tecnología Contactless, en muchos casos no la asociamos con el uso de etiquetas NFC.

La tecnología contactless está asociada a los pagos móviles desde hace años, pero esta no sería posible sin la existencia de chips NFC que la hicieran funcionar. Las tarjetas bancarias contactless incluyen en su interior una etiqueta NFC que activan su funcionamiento mediante radiofrecuencia (RFID).

La tecnología RFID es una vieja conocida, y tiene sus orígenes en la segunda guerra mundial cuando los británicos descubrieron el radar, a partir de allí la investigación llegó a los actuales protocolos RFID.

Dentro de la familia RFID encontramos varias frecuencias de lectura dependiendo del rango que utilizan. Cuatro son los tipos de sistemas: Baja Frecuencia (LF: 125 o 134.2 kHz); Alta Frecuencia (HF: 13.56 MHz);  Frecuencia ultraelevada (UHF: 868 a 956 MHz); y de microondas (2.45 gigahercios).

Vamos a centrarnos en las de Alta Frecuencia, las llamadas etiquetas NFC, que operan a 13,56 MHz. La principal novedad de estas etiquetas NFC que afecta a nuestros días es que casi todos tenemos un lector NFC en nuestro bolsillo, ya que cualquier Smartphone puede leerlas.

Esto ha multiplicado exponencialmente su uso, y en determinados sectores como el de los pagos y las tarjetas bancarias lo ha generalizado de manera imparable.

Una etiqueta NFC está compuesta por dos elementos tecnológicos principales, el chip NFC y la antena. Las etiquetas tienen un funcionamiento pasivo, esto quiere decir que no están autoalimentadas, y que requieren de la existencia de un lector para activarse a través de su antena y poder ser leídas o codificadas. En este caso estos lectores pueden ser dispositivos de toda clase, aunque como ya hemos dicho se ha generalizado el uso de teléfonos móviles para hacerlo.

En el interior del chip NFC encontramos un Identificador Único (UID) que permite identificar cada uno de ellos como si de una matrícula  o número de serie se tratara. Este identificador no puede ser clonado o hackeado, por lo que dota a las etiquetas NFC de una seguridad que muy pocos sistemas pueden ofrecer. de ahí el hecho de que se utilice en pagos, aplicaciones de seguridad, identificación, etc.

Además el chip en el interior de la etiqueta NFC ofrece un espacio de memoria útil que puede ser codificado por el usuario, apenas son unos bites, pero bastan para insertar identificadores variables, URLs, activar aplicaciones e incluso funciones nativas de un teléfono.

En este sentido las etiquetas NFC disponen de diferentes tipos de chips con diversas posibilidades de configuración: Mifare Ultralight, Ultralight C, NTAG 213, NTAG 216, Desfire…

Las etiquetas NFC pueden ir encapsuladas en diferentes materiales o tener distintas formas, desde etiquetas NFC adhesivas de polipropileno (pegatinas), asta llaveros de ABS, tarjetas de PVC, bridas, pulseras de tela o silicona, etc. También pueden encapsularse en otros materiales, e incluso en el caso de nuestra empresa podemos crear moldes especiales para encapsular etiquetas NFC y crear un producto personalizado.

La distancia de lectura de todas estas etiquetas puede llegar hasta los 10 cm, dependiendo de la antena de lectura que se utilice y el tipo de etiqueta NFC y su encapsulamiento.

Es importante decir que las etiquetas NFC necesitan un revestimiento especial si van a ser adheridas o puestas sobre materiales metálicos, en ese caso es necesario trabajar con las llamadas etiquetas NFC antimetal, que gracias a una capa de ferrita pueden ser utilizadas sobre superficies metálicas. En caso de no incluir esta capa de ferrita las etiquetas NFC no podrán ser leídas ni escritas.

Nuestro consejo es que si eres nuevo en el uso de la tecnología NFC / RFID consultes siempre con un experto acerca de sus funciones, materiales y sistemas, ya que es común equivocarse el plantearse un proyecto sin un conocimiento profundo de la tecnología.

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